En el arte pareciera haber disciplinas capaces de plasmar el movimiento y otras que no. A priori, la danza, la música, el teatro y más tardíamente la cinematografía, parecen disciplinas propias del movimiento. El movimiento es en estas formas del arte una de las materias primas del autor. Pero otras disciplinas como la pintura, la escultura, la arquitectura y la fotografía, no parecieran ser medios capaces de expresar el movimiento, sin embargo la ironía de la lengua y de la historia de las artes visuales han hecho que a las etapas más singulares de dichas disciplinas las denominemos "movimientos artísticos".
¿Cómo puede una pintura expresar el movimiento? ¿Acaso una escultura de mármol se mueve? ¿De qué movimiento hablamos cuando describimos el movimiento en la arquitectura? ¿Algo tan estático como una columna de mármol puede moverse? ¿La arquitectura danza, la pintura tiene ritmo y una fotografía puede ser más veloz que otra? El artista trabaja dentro de una figura geométrica a veces mas regular, a veces menos, pero su mundo simbólico, en principio, es fronteras adentro. La necesidad de expresar la acción, lo que sigue, el después, llevó a Giovanni Battista Gaulli a pintar la cúpula de Il Gesú (en Roma), la iglesia madre de los Jesuitas, no sólo falseando la curvatura de la cúpula para exagerar perceptivamente su tamaño e invitando al ojo a fugarse por un cielo que se abre, sino que como resultado de esta apertura de luz entre las nubes, el resto de los personajes del cuadro salen despedidos del mismo, abandonan el marco y se sostienen levitando. La fascinación del efecto logrado, genera una percepción de movimiento y dimensión única, que transforman a esta bóveda en una magistral expresión de movimiento en la pintura. El capítulo repasa ejemplos del estudio del movimiento en el arte, para finalmente detenerse en el auge del cine como la forma más consagrada de representación del movimiento.