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sábado, 19 de junio de 2010

Carta abierta desde Shanghai y reflexiones sobre la noción de tiempo


Queridos amigos:

por diferentes razones, confusas y complejas, en contra de mis más sensatos intereses, fui tentado en menos de una semana a realizar el viaje más lejano que jamás emprendí, ¿lejano en distancia o lejano en tiempos?, podría preguntarse cualquier lector consiente que el concepto de espacio no solo implica una variable geográfica sino también temporal. Sin más regodeos debo aclarar que en estos momentos me encuentro al 3500 de Pudon Rd. en la indescriptible ciudad de Shanghai.
Lugar al que nunca pensé llegar y al que ciertamente nunca llegaré. Nuevamente nuestro lector irreverente marcaría la incoherencia de mi texto, al preguntarse como puedo decir estar y no estar en un sitio al mismo tiempo?
No es tan difícil de justificar la expresión, “estoy pero nunca llegaré al lugar donde me encuentro”, menos aún en este caso, es cierto físicamente estoy en las coordenadas geográficas conocidas mundialmente por el nombre Shanghai, sin embargo en términos culturales, no solo no subí al avión aún, nunca subiré, no solo nunca conoceré sus calles, nunca la entenderé, no solo nunca apreciare sus sabores, me son absolutamente ignorados, a pesar de haber en las últimas horas, caminado hasta extenuarme por sus calles, procurado obedecer el mandato del visitante bien intencionado degustando sus comidas cotidianas en los sitios más populares posibles, Shanghai es y será un universo por mi desconocido. Rompe los esquemas no solo de las ideas constitutivas de mi identidad latina, sino que las cuestiona y las pone en cuestionamiento permanentemente. Aquellos sistemas de pensamiento que por ejemplo en lo político económico oponen al Comunismo al Capitalismo, China se ríe de ellos, China los confronta, los desafía, por que este país no solo es un ferro régimen colectivo de control y planificación estatal, sino que ha logrado la variante más ferra del capitalismo simultáneamente, los trabajadores en su mayoría soportan agotadoras jornadas, los negocios no conocen feriados, los fines de semanas bancarios solamente implican la reducción del horario de atención al público en lugar de hasta las 17 hs. Hasta las 15. China es colectivo e individuo simultáneamente.
No se trata de un desafío a ideas tan superficiales sino también a conceptos más confortantes del sujeto, como la especialidad temporal, la secuencialidad histórica. Medio evo y futuro conviven a pocos metros, en un mismo sujeto, que hornea con igual sistema que en los últimos 5000 años e interactúa con una pantalla interactiva de leds.
Pequeños y gigantes, en su contextura, en su manos, en sus brazos, en la simpleza de su cotidianeidad, gigantes en su capacidad de proyectiva, de producción, de construcción, tanto arquitectónica como tecnológica y energética.
Como último gesto de insolencia violenta con las naciones diminutas, China organiza este año la Feria Internacional de Shanghai, un despliegue de 14 kms cuadrados, donde todas las naciones del mundo asisten respetuosas del poderío cultural de una Nación como pocas, una Nación que fue contemporánea a toda la historia de Occidente, a la Antigua Grecia, al Imperio Romano, al Cristianismo, a la Edad Media, al Renacimiento y al Imperio Británico, a la Revolución Industrial, a dos guerras mundiales y a la Caída del Muro de Berlín. Cuando Sócrates filosofaba China ya filosofaba, cuando Johannes Gutenberg construyó su tipo movible, China imprimía muchísimo tiempo antes. cuando la ciudad europea se rodeo de muralla, China ya tenía la muralla mas extensa jamás construida. Cuando Amstrong pisó la luna, China lo saludaba desde su muralla, simplemente le recordaba quien era quien en este planeta.
Hoy nuevamente China materializa las ideas más complejas a las que apenas haces unas décadas Occidente comenzó a balbucear:


Han llegado los tiempos de una miniaturización, de un telemando y de un microproceso del tiempo, de los cuerpos, de los placeres. Ya no existe un principio ideal de estas cosas a escala humana. Sólo persisten efectos miniaturizados, concentrados, inmediatamente disponibles. Tal cambio de escala es visible en todas partes: este cuerpo, nuestro cuerpo, aparece como superfluo en su extensión, en la multiplicidad y la complejidad de sus órganos, de sus tejidos, de sus funciones, ya que todo se concentra hoy en el cerebro y en la fórmula genética, que resumen por sí solos la definición operacional del ser.

(*) Fuente: Jean Baudrillard, El otro por sí mismo. Anagrama, Barcelona, 1997. (Ed. Original: L’autre par lui-même (Habilitation), Éditions Galilée, París, 1987)

PD: el objetivo del viaje es la realización de un especial para Canal (á) sobre la Expo Shanghai 2010, cuando el mismo este próximo a emitirse les avisaré para que puedan acompañarme en este viaje al fin de la noción de tiempo.

Juan Chiesa
Jueves 27 de Mayo de 2010