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domingo, 20 de noviembre de 2011

ANTES DEL AMANECER / Artistas Argentinos en París




Unos con la fuerza del destierro y los otros con el ímpetu de quien da las primeras batallas.
Nuevamente París se convirtió en el escenario perfecto para un encuentro de melancolía y esperanza, de cicatriz y conciencia. El martes 8 de noviembre la sala de arte de la Embajada Argentina en la capital francesa, por iniciativa de la Secretaría de Cultura de la Nación, abrió sus puertas para mostrar al mundo, un conjunto de obras de arte contemporáneo, producidas en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNhi) que funciona en el predio de la Ex ESMA, el ámbito donde funcionó en la última dictadura militar, el campo de concentración, tortura, apropiación y desaparición de personas más simbólico de dicho proceso.
Concebidas en el marco de clínicas a las que concurrieran artistas becados por el Fondo Nacional de las Artes durante los últimos tres años, la producción de dichas obras tiene por objetivo, en el marco de un conjunto de iniciativas de los distintos organismos de derechos humanos que están trabajando en el espacio, resignificar el campo, reconvertirlo al menos en el plano de lo simbólico en un espacio que permita, desde la memoria, modular otras sintonías culturales.
Con la intención de mostrar la riqueza de lo hecho al mundo, los
curadores de las clínicas, Fernando Farina, Andrés Labaké y Marcelo Pelissier, motivados por la Subsecretaria de Gestión Cultural de la Nación Dra. Marcela Cardillo, decidieron que París, tanto por su incidencia en las disciplinas de las artes visuales, como en el de las políticas culturales, era un punto estratégico para comenzar a circular la Muestra. Sin embargo aquello que a priori y en apariencia pretendía ser un acto protocolar de apertura de una exhibición, finalmente fue ganada por el peso de la propia propuesta, logrando que dicha noche se transformara en una de aquellas que, se intuye, serán recordadas por muchos durante un largo tiempo.
Al mediar el evento se hicieron presentes tres artistas argentinos radicados en París hace casi 35 años, Marie Orensanz, Cristina Ruiz Guiñazú y Antonio Seguí. Con la humildad que confiere la trayectoria y la solidez recorrieron silenciosamente la obra colgada y repentinamente, cómo quien no quiere la cosa, antes que el protocolo nos obligara a desalojar la sala y una vez llegado el horario prudente, estos artistas nos deslizaron suavemente, hacia un encuentro íntimo que sería finalmente mucho más trascendente que el previo, y nos permitiría conocer el impacto producido por la obra en dichos espíritus sensibles.
Así fuimos conducidos sin advertirlo hasta un típico bistró parisino ubicado en la esquina de la propia Embajada, llamado justamente "Le Corner". Marie se sentó junto a una joven pareja de artistas argentinos becarios participantes y rápidamente al pasar sin perder un minuto les preguntó: " y ustedes después de esto a dónde están yendo?", lo que dio lugar a que ellos contaran que estaban de paso a Berlin, que debido a una beca y con el apoyo de la Secretaría de Cultura pasarían un tiempo experimentando en la ciudad alemana. Marie los miró fijamente y apenas conociéndolos les dijo: "bueno, luego de Berlín se vienen a casa, yo aquí tengo las habitaciones que eran de mis hijas desocupadas, así que un tiempo en París también les será enriquecedor. El gesto abrupto llamó la atención de algunos en la mesa. Al advertirlo, Marie decidió nuevamente sorprender al narrar que dicha casa había sido comprada gracias a la venta del primer departamentito que con su marido pudieron comprar, con mucho sacrificio, y que una señora los sorprendió al hacerles una
cuantiosa oferta por el lugar, que el mismo evidentemente no valía.
Pero que tiempo después descubrirían leyendo el diario que dicha madame era una profesional del sadomasoquismo que atendía a ricos, nobles y famosos, y que el pequeño departamento, alejado del centro de la ciudad, era un sitio ideal para el sigilo que ese tipo de encuentros requería.
En la mesa se cruzaron otros nombres ausentes, entre ellos el de Yuyo Noé, sus hijos y su esposa. Y fue después de un rato que varios de los presentes lograron comprender que el motivo que los aunaba no era otro que el exilio. No eran artistas venidos a París en busca de la banalidad y el snobismo, habían sido jóvenes comprometidos con su época, que sufrieron la amenaza y el destierro, pocos como ellos podían comprender las obras colgadas. Pocos como ellos podían dar testimonio del terror y de la muerte. De golpe el tema de las elecciones europeas actuales se cruzó por la mesa y alguien le preguntó a Seguí: "Maestro, usted vota en Francia? Es ciudadano francés? Antonio cubrió sus ojos cansados por una gruesa capa que nubló su vista y mirando fijo, levantando el tono dijo: " yo soy cordobés, de Villa Allende, siempre seré de Villa Allende". Aquellas imágenes potentes cargadas de color, de luz, de oscuridad, de ironía, que sólo permitían comprender la profunda intención de refundar simbólicamente el campo del terror, habían despertado la necesidad de cobijo, de resguardo.
Grandes, mucho más grandes como artistas y ciudadanos que en edad, descubrieron en la reconversión de la ex ESMA una nueva oportunidad para ponerle el hombro, tal vez a una de las últimas batallas. Conmovidos con las noticias que llegan desde Argentina sobre la seguidilla de condenas a los protagonistas del odio, los artistas
todos, unos y otros, saben que hay una batalla aun pendiente, saben que la dictadura dejó el poder, perdió la influencia social y económica, pero sin embargo aun cosecha ciertos réditos culturales: la intolerancia, el vaciamiento de lo político y la estigmatizacion de sus actores en términos de corrupción, el odio a lo diferente originado básicamente en la ignorancia, y tantas mentiras transformadas en dogmas. Cristina de golpe dijo: "yo estoy al tanto de todo, leo y escucho todo, ahora no es como antes, al principio no sabíamos nada, no teníamos una moneda para las llamadas, aunque tuvieras trabajo no podías costearlas", y de golpe se hacen presentes algunas imágenes cinematográficas, aquella Mirtha que viajó de Liniers a Estambul con su pareja, o aquel Miguel Angel Solá que siente que vive el mismo exilio que Gardel. La emoción ganó la mesa y un clima de ternura invadió la atmósfera. Pacientemente, la dueña del lugar y los mozos esperaron a que el encuentro se agotara. El arte nuevamente había logrado su cometido, movilizarnos, aunarnos, identificarnos, solidarizarnos. Porque podrán ocuparse los edificios y los terrenos pero el campo más importante no es aquel cubierto por pasto, sino el que define cuáles son los símbolos por los vale la pena seguir luchando. Porque la lucha es la que hace perdurar la noche, la que le da sentido a la espera, la que añora el nuevo amanecer.

Versión de la nota publicada por la revista de Tiempo Argentino el domingo 20 de noviembre de 2011
http://www.elargentino.com/nota-167269-Arte-argentino-en-Paris.html